Fuerteventura inaugura este jueves su Archivo General Insular, recuperando los primeros textos escritos en Canarias
16 de diciembre de 2014 (12:43 h.)
El Cabildo de Fuerteventura ultima los
preparativos para la inauguración del edificio del Archivo General Insular de
Fuerteventura, prevista para este próximo jueves, 18 de diciembre, a partir de
las 20.00 horas.
La inauguración "tendrá además un significado especial
para la Isla, porque permitirá volver a contemplar
los manuscritos lulianos dos siglos después de su traslado fuera de la Isla. La
infraestructura demuestra además la solidez de la apuesta desarrollada durante
estos años por el Cabildo de Fuerteventura en materia de infraestructura y
equipamiento", explicó el presidente del Cabildo de Fuerteventura, Mario Cabrera,
durante la visita realizada esta mañana al edificio.
El consejero de Cultura y Patrimonio
Histórico, Juan Jiménez, recordó que "la puesta en marcha de este nuevo
edificio aportará mejoras sensibles no sólo en la conservación de documentación
oficial e histórica, sino que además facilitará la labor de los investigadores
y contribuirá a dinamizar la actividad cultural. Es un edificio emblemático".
Por su parte, la consejera delegada de Infraestructuras
del Cabildo de Fuerteventura, Edilia
Pérez, señaló que "este edificio forma parte de un plan de trabajo ambicioso
que en su momento puso el Cabildo en marcha, con infraestructuras funcionales
pero también representativas, que nos ha permitido invertir más de 90 millones
d euros en una veintena de proyectos distribuidos por toda la Isla".
La construcción del
edificio del Archivo Histórico de Fuerteventura ha
requerido de una inversión de 2.484.24 euros. La superficie total construida es
de 3.557 m2, en una parcela rectangular de 17x55m. El proyecto es obra de los
arquitectos Nuría Vallespín, Jorge Arribas y Daniel Padrón, y se distribuye en
cuatro plantas (sótano, planta baja, primera y segunda).
El edificio cuenta con un
diseño específico ubicado en torno a una plaza
que relaciona el edificio con las otras instalaciones públicas ya
construidas y en servicio y las que está previsto realizar en la zona en un
futuro al tratarse de una parcela de titularidad pública. El edificio cuenta
además con espacios destinados a actividades culturales, sala de exposiciones,
sala de investigación, sala de estudios, etc.
Como criterios generales,
la doble finalidad del edificio (conservación de la memoria documental
histórica – funciones administrativas y de investigación) lleva a su ordenación
en dos zonas bien diferentes, articuladas por un amplio acceso y vestíbulo
público en conexión con la plaza y la ciudad, accesible desde ambos lados del
edificio, convirtiéndose en una prolongación de la plaza pública.
A partir de ahí, un área
de archivo perfectamente ordenada y compacta, concebida como un lugar donde el
valor de su contenido y el funcionamiento del programa que encierra, se
anteponen a cualquier otro condicionante de tipo arquitectónico evidenciándose
en la rotundidad geométrica del volumen con que se plantea. Con respecto
al otro bloque, dedicado a actividades culturales, se plantea con carácter
público y la vocación de compartir y transmitir la información guardada en el
volumen principal.
En relación a la
distribución, el sótano cuenta con 869 m2 de superficie, que se destinarán a
instalaciones, fondo documental y servicios. La planta baja 810 m2,
distribuidos en vestíbulo, recepción, sala de actos culturales.
Mientras que la primera
planta, con 764 m2, cuenta con un bloque dedicado a actividades culturales que
incluye un área de exposiciones de 264 m2; y un bloque de depósito, fondos
documentales y trabajo. En la segunda planta, con 699 m2, se destina igualmente
una parte a área de trabajo y fondo documental, y otra parte a salas para
investigadores, biblioteca, audiovisuales, informática, etc.
Manuscritos Lulianos
Los denominados
Manuscritos Lulianos son unos textos del
siglo XV, relacionados con el entorno de Fray Juan de Santorcaz y San Diego de
Alcalá, y considerados los más antiguos escritos en Canarias, combinan enseñanzas
de Ramón Lull con anotaciones propias y referencias a Betancuria y
Fuerteventura. Durante siglos permanecieron en Betancuria, dando testimonio del
papel relevante que la localidad desempeñó en la expansión atlántica.
Desde finales del siglo
XIX fueron trasladados a Gran Canaria
para una mejor conservación, ante el peligro de deterioro que venían
sufriendo en la Isla.