En la mañana del 21 de septiembre de 1774, Alfonso después de decir misa se sentó en su sillón, parecía postrado y sumido en sus pensamientos sin moverse, sin hablar sin pedir nada.
Permaneció sumido en este estado todo el día y la noche. Durante todo este tiempo no tomó alimento, ni hizo señal de quitarse la ropa para ir a dormir. Las personas que le vieron quedaban extrañadas preguntándose qué ocurría.
La mañana del 22 de septiembre el Santo seguía igual como en un éxtasis prolongado. Su familia no sabía que pensar. A primera hora de la mañana del 22 de septiembre el Santo hizo sonar una campana para anunciar que deseaba decir misa.
A su señal el hermano Romito y todos sus familiares corrieron a la habitación del obispo. Al ver tanta gente el santo preguntó en tono sorprendido, ¿qué pasa?
Le respondieron este es el segundo día que usted no ha hablado, no ha comido ni ha dado señales de vida.
San Alfonso comentó, tienes razón, pero he estado ayudando al Papa que acaba de morir. Poco después se supo que Clemente XIV había muerto el 22 de Septiembre a las siete de la mañana, a la misma hora que el éxtasis de San Alfonso terminaba.
Era miembro de la orden de los Redentoristas fundada por San Alfonso, y también hay documentación donde se cuenta experimentó el fenómeno de la bilocación en varias ocasiones.
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