Tras resistir todo tipo
de embates durante más de dos siglos y medio, la Torre de San Buenaventura,
conocida como El Castillo de Caleta de Fuste que da nombre a la principal
localidad turística del municipio de Antigua, ha recuperado su esplendor. El
Cabildo de Fuerteventura ha completado, a falta de unos pocos remates, la
rehabilitación de esta edificación de carácter defensivo construida por la
autoridad militar de la época entre los años 1741 y 1743.
Por vicisitudes que han
escapado a los registros, esta fortificación paso a manos privadas durante el
siglo XIX. Sin embargo, por su carácter patrimonial –la estructura figura como
Bien de Interés Cultural- “el Cabildo ha alcanzado un acuerdo con los
propietarios para su próxima apertura al público una vez finalicen los trabajos
de rehabilitación, de modo que turistas y vecinos puedan conocer y disfrutar de
uno de los principales símbolos históricos de Fuerteventura”, declaró Mario
Cabrera.
El presidente del Cabildo
visitó la antigua torre junto a los dos consejeros de los departamentos que han
tomado parte en el proyecto, Edilia Pérez, como titular de Obras Públicas, y
Juan Jiménez, responsable de Patrimonio Histórico, acompañados de la alcaldesa
de Antigua, Genara Ruiz, y el primer teniente de alcalde en el municipio, David
Alberto.
Edilia Pérez explicó que
la inversión, realizada por administración con un presupuesto de 81.000 euros, “se
ha divido en dos partes fundamentales, una dedicada a la rehabilitación de la
estructura propiamente dicha, incluyendo la eliminación de una serie de
elementos no originales que se habían introducido con los años y el
acondicionamiento interior con labores de carpintería y mampostería, y una
segunda dirigida a integrar la edificación en un entorno plenamente turístico,
con la creación de nuevos accesos directos desde el paseo marítimo”.
Juan Jiménez valoró
positivamente la “recuperación de un importantísimo bien de interés cultural, a
cuya presencia debe su nombre la localidad de Caleta de Fuste. La restauración y apertura al público
de este histórico inmueble sigue en la línea que mantiene esta institución bajo
el compromiso de respeto a los valores naturales, etnográficos y sociales que
identifican a la isla de Fuerteventura”.
Genara Ruiz señaló que el
Ayuntamiento de Antigua está realizando grandes esfuerzos para sacar adelante
la rehabilitación de la playa y el paseo de Caleta de Fuste, implicando para
ello a los hosteleros de la zona, la autoridad estatal a través de Costas o el
propio Cabildo, que en este caso “interviene llevando a cabo la puesta en valor
de uno de los principales atractivos de la localidad”.
Torre de San Buenaventura
La funcionalidad de la
torre fue en su origen la defensa de la bahía de Caleta de Fuste, pues allí se
encontraba uno de los tres puertos principales de Fuerteventura, siendo esta
una zona de fácil acceso para corsarios y otros invasores que se hacía
necesario defender. Tanto es así, que en sus primeros años de funcionamiento
experimentó una ampliación de sus muros, desde los 3 metros que tuvo inicialmente
hasta los casi 6 metros de grosor actuales, supuestamente tras sufrir desperfectos por bala
de cañón en un ataque pirata.
Aunque se desconoce a
ciencia cierta en qué momento ocurrió, lo cierto es que la Torre de San
Buenaventura pasó a manos privadas en el siglo XIX, probablemente a partir del
momento que pierde su utilidad defensiva (aunque se conoce su uso por un breve
espacio de tiempo tras la Guerra Civil
Española).
A finales de la década
de los años 70 del siglo XX, con el
inicio del desarrollo turístico en Fuerteventura, la torre queda enmarcada en
la zona turística a la que da nombre (Caleta de Fuste o El Castillo), construyéndose
entre los años 82 y 83 el complejo turístico cuyas piscinas circundan el
edificio en la actualidad.
Es por ello que uno de
los principales objetivos de este proyecto de rehabilitación es ejecutar al
mismo tiempo una correcta delimitación del edificio (reconocido como Bien de
Interés Cultural), separándolo de la parte privada de titularidad turística e
integrándolo en el paseo marítimo, de uso público, para facilitar su visita y
disfrute por parte de todos los vecinos y visitantes.
De esta manera, las obras
que ha tutelado el Cabildo con una inversión global de 81.000 han contado de
dos partes fundamentales:
a. Rehabilitación de la estructura y eliminación de elementos no
originales
b. Integración del edificio en el entorno para facilitar su
disfrute público
Con respecto a la primera
parte, los trabajos realizados han incluido la rehabilitación de la estructura
en sí misma. Esto ha conllevado la eliminación de elementos no originales y la
puesta en valor de su exterior (resaltando sus materiales originales, sillares
de piedra basáltica y volcánica); y, en
el interior, la adecuación de todas sus dependencias: Planta baja y planta
alta, columna central, escalera interior, cubierta, aljibe, sótano y habitación
de oficiales.
En cuanto a su
integración en el entorno, se han introducido elementos arquitectónicos para
separar simbólicamente la torre de la zona de uso privado y turístico, abriendo
la edificación, en el lado opuesto, al paseo marítimo que la rodea. Para ello
se han rehabilitado elementos como el foso y el puente levadizo.
Características y evolución
Su parcela se sitúa sobre
una superficie de 2.000 metros cuadrados. La torre propiamente dicha ocupa una
superficie de 300 m2, estando asentada en un cuerpo troncocónico de 10 metros
de base y una altura de coronación también
de casi 10 metros. Consta de dos plantas, conectadas a la cubierta
mediante escalera interior, y sus muros
alcanzan los 5,5 metros de grosos.
En la primera planta con
bóveda de cañón se encuentra la sala principal de la torre, que dispone de un
aljibe para recoger el agua de lluvia mediante un canalón de madera.
La planta baja cuenta con
las dependencias del servicio (en que dormía la tropa) y con un almacén de
pólvora (o santa bárbara). Su artillería original era de dos cañones de hierro,
desaparecidos del entorno de la torre a finales de la década de 1740.
Veinte años más tarde, se
ejecutan antes de 1768 la ampliación de la torre, por el mal estado de la
misma. Es en ese momento cuando se dobla el grosor de los muros, y se habilita entre los dos muros una
escalera de acceso interior a la cubierta, y bajo esta, un nuevo aljibe. Se
dice que el antiguo aljibe pasó entonces a utilizarse como sala de tortura,
haciendo caer agua gota a gota desde la cubierta hasta la cabeza de los
prisioneros.
Como única fortificación
de Fuerteventura junto al faro de El Tostón de El Cotillo, su ámbito de protección
se remonta al año 1949 en que se declaran bajo la protección del Estado en
virtud de un decreto del Ministerio de Educación Nacional sobre la protección
de los castillos españoles.