El encuentro nocturno entre Nuestra Señora del Buen Viaje y San Martín de Porres congregó a cientos de personas en el pueblo de El Cotillo, que rezaron por un futuro mejor y más próspero en el Muellito. Este año le tocaba bajar al santo desde El Roque hasta El Cotillo para cumplir con la tradición de saludar a la virgen una vez al año.
Nuestra Señora del Buen Viaje salió en procesión desde su pequeño templo, al ritmo de la parranda del tío Guillermo y arropada por el cariño de la multitud para llegar hasta las inmediaciones del campo de fútbol donde espero a que llegara el santo.
Entre aplausos y vivas ambas imágenes se saludaron y emprendieron juntos el camino hasta el Muellito. Una vez allí, el párroco de El Cotillo dirigió una ceremonia religiosa para agradecer y bendecir la vida, e invitó a rezar a todos los congregados, una misión un tanto difícil en medio de un ambiente festivo.
Sin embargo, la devoción pudo más que la diversión, y el pueblo entero tuvo un tiempo de recogimiento ante la virgen y el santo.
De dónde sale esta amistad entre Nuestra Señora del Buen Viaje y San Martín de Porres es una cuestión que se remonta a algunas décadas atrás, cuando se construyó la iglesia de El Roque, más moderna pero dependiente de la parroquia matriz situada en El Cotillo. Según cuentan, ambos párrocos llegaron a la conclusión, con el apoyo de los fieles, de que lo mejor era constituir una diócesis fuerte por lo tanto tenía que haber relación entre la virgen y el santo, al menos una vez al año.
Así, quedó estipulado que un año sería Nuestra Señora del Buen Viaje quien subiera a encontrarse con San Martín de Porres, y otro sería al revés, es decir el santo bajaría a encontrarse con la virgen. Este año le tocó al santo bajar.
La ceremonia religiosa concluyó con unos cánticos devocionales a la virgen, quien tras despedirse del santo emprendió camino en dirección a su iglesia, mientras que San Martín también tomó rumbo a la suya.
Minutos después, el cielo se llenó de luces parpadeantes, efímeras y sutiles, que dibujaron las ilusiones de muchos majoreros y arrancaron de las bocas de los niños exclamaciones de asombro. La gran quemada de fuegos artificiales concluyó con una potente línea de luces blancas en el risco en el que permanece pintada la inscripción de ¡’Viva la virgen del Buen Viaje! para proteger a los marineros.